Mañana es 22 de marzo; se celebran unas nuevas elecciones autonómicas en Andalucía, una de las pocas oportunidades que tiene el ciudadano de a pie para saborear (o más bien para lamer) eso que llaman democracia, ese sistema político moribundo que hoy día apenas muestra atisbos de vida.
Pongamos de una vez por todas, el
cañón del revolver sobre la sien del bipartidismo, y apretemos el gatillo sin
que nos tiemble el pulso.
Ya está bien de tanto tragar y de
comulgar con ruedas de molino ante tanta mentira descarada, ante tanta patraña,
ante tanta corrupción.
¿Cómo se atreven a darnos
lecciones de andalucismo y mucho menos de honradez?
Esta nuestra Andalucía, bendita
tierra pero enferma y podrida de corrupción, cortijo de fantasmas en traje de
pana; está necesitada de una cura, de un tratamiento radical que limpie de
gangrena sus instituciones.
¿Quién personificará esa cura?
Quizás yo no conozca la respuesta a esta pregunta, pero si les aseguro, que esa
cura no viene de la mano de ‘Susanita’, no la del ratón, sino la que encabeza
la lista de ese partido traidor y de principios cuanto menos enterrados en el
ostracismo, que continúa tras más de treinta años al mando de los andaluces.
Esa señora que continúa “ERE que ERE” diciendo que los mejores años de
Andalucía están por llegar. ¿Treinta años de prueba? Joder, que calentamiento
tan largo, ¿no?
Otro que tampoco personifica el
cambio que se necesita, es el señor Moreno, ese del “peinaito” y de la risa altanera y
chulesca que tan bien caracteriza a la gente de su calaña. Miembro de ese
partido putrefacto que hiede a corrupción que tira para atrás, y que a pesar de
ello nos intenta dar lecciones de buen hacer, de honradez, de ética y de moral.
Esa gaviota infame que ha sumido al pueblo en la más profunda desesperación y
que ha conseguido que los derechos individuales (sociales, laborales, etc…) más
puros, involucionen a tiempos pasados que casi ni me atrevo a mencionar.
Aquellos que mediante los recortes en los servicios públicos básicos promueven
la desigualdad social para mantener su status quo, no pueden suponer jamás la panacea
para la situación que vivimos.
En el día de mañana, es probable
que vivamos una situación hasta ahora inédita. Según las diversas encuestas
pre-electorales y ante la más que probable irrupción de nuevos grupos políticos
en la cámara andaluza, el partido con mayor número de votos, que previsiblemente
será el PSOE (Partido de ‘Socialistos’ no Obrero Alemán) no obtendrá una
mayoría suficiente de votos como para formar un gobierno de manera unilateral,
por lo que se verá obligado a pactar con otras formaciones políticas para poder
constituir el gobierno autonómico.
La pregunta que hay que hacerse
ahora es, ¿qué partido político le dará el apoyo necesario para formar
gobierno? Pues bien, a pesar de que ambas partes lo han negado por activa y por
pasiva, éste que les escribe va a ponerse el traje de Nostradamus y se va a
atrever a predecir el futuro. PP y PSOE se darán la mano para salvaguardar los
derechos de esas oligarquías económicas que rigen desde la sombra los designios
tanto de los andaluces como de los españoles en general. Ojalá me equivoque, ojalá
nada de esto ocurra, pero el transcurrir de los acontecimientos invita a
pensar de esta manera.
Sólo me queda darles un consejo.
Mañana voten, lo que les dé la gana, pero voten. Y por favor, háganlo con un
poquito de coherencia, sentido común, memoria y dignidad.