Hoy he acompañado a mi padre a su revisión médica en la mutua.
Y cuál ha sido mi sorpresa, que al entrar allí, me he encontrado el siguiente
cartel publicitario.
Al leer lo que ponía en la parte baja del cartel, me
pregunté, ¿es sarcasmo?, ¿ironía?, ¿o simplemente
recochineo puro y duro? Igual es por eso que está entrecomillado.
Me limito a hablar de un caso concreto y de sobra conocido para
mí como es el de mi padre. Con cuatro discopatías en la columna, generadas por
la continua y tediosa labor de manipular grandes cantidades de peso; esta mutua
decidió darle el alta laboral, a sabiendas que cuando volviese a ejercer su
profesión, más temprano que tarde volverían a resurgir sus dolencias.
Pues bien, esa misma mutua se permite la desvergüenza de
incluir en su cartel publicitario ese “irónico” eslogan (“Lo que nos importa es la salud de nuestros
trabajadores”).
Me parece poco menos que repugnante, que personas que en su
día decidieron ejercer una profesión tan vocacional como la medicina, hoy día, dediquen
sus esfuerzos para ir en contra de sus propios pacientes. ¿Dónde ha quedado su
moralidad?
Y todo ello gracias a un gobierno que en lugar de trabajadores
busca esclavos sumisos que levanten la economía nacional (será la de suiza), o
mejor dicho que engorde sus propios bolsillos a costa de hacer desaparecer
hasta el más mínimo atisbo de lo que otrora se conocía como derechos laborales,
término que desgraciadamente está avocado a la desaparición, siempre que siga
contando con la complicidad de millones de compatriotas que siguen siendo
fieles a su causa; y lo peor de todo es que muchos de estos esclavos sumisos de
los que he hablado antes son los que engrosan sus filas.
El ser humano está perdido si sólo sale a la calle por feria
o semana santa. En fin, tenemos lo que nos hemos buscado nosotros solitos.