jueves, 21 de agosto de 2014

Desvergüenza

Hoy he acompañado a mi padre a su revisión médica en la mutua. Y cuál ha sido mi sorpresa, que al entrar allí, me he encontrado el siguiente cartel publicitario.



Al leer lo que ponía en la parte baja del cartel, me pregunté, ¿es sarcasmo?,  ¿ironía?, ¿o simplemente recochineo puro y duro? Igual es por eso que está entrecomillado.

Me limito a hablar de un caso concreto y de sobra conocido para mí como es el de mi padre. Con cuatro discopatías en la columna, generadas por la continua y tediosa labor de manipular grandes cantidades de peso; esta mutua decidió darle el alta laboral, a sabiendas que cuando volviese a ejercer su profesión, más temprano que tarde volverían a resurgir sus dolencias.

Pues bien, esa misma mutua se permite la desvergüenza de incluir en su cartel publicitario ese “irónico” eslogan  (“Lo que nos importa es la salud de nuestros trabajadores”).

Me parece poco menos que repugnante, que personas que en su día decidieron ejercer una profesión tan vocacional como la medicina, hoy día, dediquen sus esfuerzos para ir en contra de sus propios pacientes. ¿Dónde ha quedado su moralidad?

Y todo ello gracias a un gobierno que en lugar de trabajadores busca esclavos sumisos que levanten la economía nacional (será la de suiza), o mejor dicho que engorde sus propios bolsillos a costa de hacer desaparecer hasta el más mínimo atisbo de lo que otrora se conocía como derechos laborales, término que desgraciadamente está avocado a la desaparición, siempre que siga contando con la complicidad de millones de compatriotas que siguen siendo fieles a su causa; y lo peor de todo es que muchos de estos esclavos sumisos de los que he hablado antes son los que engrosan sus filas.


El ser humano está perdido si sólo sale a la calle por feria o semana santa. En fin, tenemos lo que nos hemos buscado nosotros solitos. 

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